“LA ESTRELLA DE SITGES”, PINTURA EN BLANCO
Desde la Blanca Subur, a la hora de la siesta en Tarragona, me ha llamado al móvil Pep
Dalmau, para los amigos, Pepe de la Estrella. Me dice, angustiado, que los nuevos inquilinos del local del
carrer Major, donde él y su familia tuvieron la histórica pastelería “La estrella de Sitges”
han pintado de blanco todo el local, incluidas las pinturas murales que yo realicé.
“La estrella” fue remodelada y restaurada a comienzos de los años 90, remodelación
en la que yo participé, pintando el majestuoso arco que va de un lado a otro del local.
Años después sufrió una segunda remodelación, cuando se hundió el techo, mientras se
realizaban obras en los pisos superiores, y una infortunada tromba de agua precipitó la tragedia. Otra
vez participé en esta segunda remodelación, respetando algunas partes de la anterior
pintura y creando nuevos motivos en las zonas más deterioradas. Pepe me dice que el pueblo
está revolucionado y dolido, justo ahora cuando aún no hace ni una semana que se ha hecho pública
mi donación de cuarenta obras, aproximadamente, al Ayuntamiento de Sitges, al pueblo de
Sitges.
A las siete de la tarde, como siempre, abro el ordenador y me encuentro con dos mensajes de Isidre
Roset, uno con una fotografía bastante explícita del citado local, en blanco impoluto, no mes restan
los “putis” del techo inmersos en su círculo, la otra explicándome la actual tragedia y el
“lamento” popular. ¡Ay! Amigos, si incluso Don Santiago Rusiñol, por culpa de los recortes, se ha
quedado sin “El ram de tot l’any”!
Las pinturas que realicé en la segunda remodelación, resultaban curiosas al aprovechar
parte de las anteriores, de inspiración modernista, como la “Sardana de les fades”, y centrar la parte
interior del arco en el mítico “Manifest groc” de 1928, respetando los versos de J.V. Foix, uno
de los firmantes con Dalí, Gasch, Montanyà, Lorca, Mirò etc. El resultado era el de una pintura de
transición histórica, y reminiscencias surrealistas. Estas pinturas, que nunca fueron frescos,
sí que fueron realizadas, sobre todo la segunda, a la misma velocidad de un fresco, en medio de la
polvareda de las obras, y una constante inquietud al ir y venir de albañiles, carpinteros, fontaneros y
duendes varios.
Los últimos inquilinos del local, en un arrebato inconsciente provocado por el azar, que en este caso
es un maneidò surrealista, no han hecho nada más que seguir fil parranda los contundentes y radicales
dictados del “Manifest”, y empujados por el impulso de este espíritu de absoluta pulcritud, contra
el pasado roñoso y patinado por el tiempo, han dejado el espacio, no sin un encomiable esfuerzo. Neto,
aséptico y desinfectado, blanco como un panteón.
Escribo este texto para evitar que alguien, con toda la buena intención del mundo, me proponga volver a
pintar el arco de “La Estrella”- Nos divertimos mucho Pepe, y tú no lo sabes, pero era yo quien se
comía los bombones, mientras iba pintando.- Pero ya basta, sigamos los preceptos del
“Manifest”, que milagrosamente, tomando como medio el alma cándida de los pintores de paredes,
nos han estar revelados, y restan para siempre más a “La Estrella” como una pintura en blanco. Yo
realicé, ya hace unos cuantos años, una exposición en blanco, en la que día a día, iba pintando
diversos motivos, en directo, a la vista del público. Al final, a pesar de estar bastante bien, pensé que
me interesaba más antes de empezar, cuando todas las telas, con una cuidada preparación y
algunas texturas, restaban en blanco. En el caso que nos ocupa, quizás han sido las mismas
pinturas, que a pesar de ser adolescentes, ya eran mayores de edad, las que han exigido, desde el silencio,
la blancura actual, antes de convertirse en roñas enfermas e históricas, en las antípodas
del mensaje que querían transmitir. De estas y de otras cosas, nos restan los documentos
fotográficos, los virtuales, y la memoria o la desmemoria tan contemporánea.
¡Trum! ¡Viva el “Manifest groc” y el “Pa bufat del Cap de la Vila” !
——————————————-Josep Maria Rosselló————————————————