Tarragona y Sitges se reparten a Rosselló

El artista Josep Maria Rosselló ha donado buena parte de su obra a museos e instituciones de Tarragona, su ciudad natal, y Sitges, donde residió y trabajó entre 1963 y 1980. Una donación provocada por la quiebra de la Fundación Rosselló, que debía exponer de forma permanente su trabajo.

Una vez dada por perdida la puesta en marcha de la Fundación Rosselló, que debía aglutinar y exponer en un único edificio toda la obra de Josep Maria Rosselló (Tarragona, 1950), el artista ha decidido hacer una cesión de buena parte de sus creaciones a museos de Tarragona y de Sitges, las dos ciudades vinculadas con su vida y su trabajo. La primera es su ciudad natal y donde vive actualmente, y la segunda, donde residió entre 1963 y 1980 y donde tomó impulso como artista (en 1992, por ejemplo, realizó el cartel del centenario de las Fiestas Modernistas, y también llevó a cabo diversas acciones pictóricas y murales en directo, ante el público).

El Consorcio de Museos de Sitges recibirá ahora una parte de sus obras. Y sobre todo, será en el Museo de Arte Moderno de Tarragona (MAMT) donde se conservarán la mayoría de las pinturas, dibujos y esculturas que hasta ahora guardaba el autor –más de 150–, realizadas a partir del año 1963 y hasta la actualidad. El MNAT está ahora clasificando las obras, que el mismo Rosselló ha limpiado y, si era necesario, restaurado. También ha donado más de la mitad de su biblioteca al Archivo Municipal de Tarragona.

Las piezas de gran formato (sobre todo las esculturas) se han repartido entre la Universidad Rovira i Virgili (donde ha cedido la pintura A la frontera del día, de 1,80×1,80 metros, con el marco pintado también por Rosselló); la Real Sociedad Arqueológica Tarraconense y la Autoridad Portuaria. En este último espacio se conservará la escultura Venus de Saint-Phalle, que creó junto con Rafael Bartolozzi y que está previsto que en 2014 se exponga en el Pòsit de Pescadors de Tarragona.

Las colecciones que ahora cede son de aquellas obras que ha querido conservar: “Son las que he elegido a lo largo de los años; piezas singulares, cada una de las cuales significaba un paso en mi trayectoria, ya sea en pintura, dibujo o escultura”. “Son las piezas más mimadas”, añade el artista, que apunta que el valor económico de las colecciones cedidas es de aproximadamente 300.000 euros.

Josep Maria Rosselló se ha visto empujado a la cesión de obras a estas instituciones –que es por un período de cinco años– por la quiebra de la fundación que llevaba su nombre y que debía abrir un centro de arte en la ciudad de Tarragona donde se expondrían de forma permanente. La Fundación Rosselló, impulsada por iniciativa privada, también se había planteado la doble misión de difundir la obra de artistas jóvenes experimentales de la ciudad, la mayoría vinculados al Espai Rosselló Tàrraco, la pequeña sala para exposiciones que el artista abrió en su taller en 2005 con el objetivo de divulgar la obra de otros creadores emergentes. Este espacio era el embrión de la Fundación Rosselló, que nacía con la colaboración de las instituciones y el empresariado de la ciudad. “En los últimos años hemos ido buscando el espacio correspondiente para la Fundación Rosselló, pero por unas razones u otras no se ha concretado y los socios dijeron que no podían poner más dinero”, explica Josep Maria Rosselló.

Exposición singular

Por otro lado, entre los proyectos que emprende ahora el artista hay una gran exposición que se inaugurará en primavera en el Tinglado 1 del muelle de Costa de Tarragona y en la que exhibirá las dos telas de gran formato (de 7,5 x2,5 metros cada una), que pintó en el año 1984 en Madrid y en Roma para la representación de la Pasqua Popular Flamenca, de Salvador Távora y José Monleón, con la compañía La Cuadra de Sevilla. Son las primeras pinturas en directo que el artista pintó ante el público, y que más tarde dio a conocer por toda Cataluña acompañado de orquestras de música clásica y jazz. En esta exposición en Tarragona también mostrará las dos telas monumentales que pintó para el proyecto L’art al carrer (Madrid, 1986). Será la primera vez que las cuatro obras de gran formato se podrán ver juntas, pero por poco tiempo, ya que el artista prevé que la exposición termine con la destrucción de estas piezas, recortándolas a trozos pequeños: “Un artista tiene derecho tanto a la creación como a la destrucción de su trabajo –de hecho, el artista es el único que tiene derecho a destruirla–. Y para mí esta no será una destrucción trágica, sino una liberación”, según Rosselló, que añade que esta decisión “entra dentro de los cánones del arte efímero: es la teoría de la destrucción”.

Publicado en

El Punt Avui
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