ESPRIU Y LOS ARTISTAS (III)
Por los riales de la “Semana Santa”
- Presentamos hoy las siete pequeñas pinturas que ha realizado Josep Maria Rosselló a partir de los poemas de la suite “Semana Santa” de Salvador Espriu. Las obras sobre papel se exponen, por primera vez al público, en la Biblioteca La Cooperativa de Centelles.
Un día cogí el móvil y llamé a un viejo amigo de Tarragona. El artista Josep Maria Rosselló, al que conozco desde la época en que trabajaba en el periódico. Me decía la intuición que habría hecho algo dedicado a Espriu. Efectivamente, me explicó que hace muchos años hizo una pintura dedicada al poeta y que la donó al cementerio de Arenys de Mar. Pero no sabía nada de su destino hasta nuestros días. Lo que sí me dijo es que le apetecía hacer algo nuevo dedicado al poeta. Rosselló, como tarraconense, conocía la existencia de una suite de poemas de Espriu, dedicadas a la Semana Santa de la ciudad. Al cabo de dos semanas recibí en Centelles una caja muy bonita y bien envuelta con siete pinturas de pequeño formato. Así que hoy hablaremos de una colaboración nueva, hecha expresamente entre un artista y la obra de Salvador Espriu. Además, ya estamos en el tiempo adecuado.
El mismo Espriu nos explica que en los años sesenta hizo una suite de nueve poemas dedicados a la Semana Santa, para un boletín de la cofradía de San Medir de Tarragona. Al cabo de unos años el poeta volvió a coger los poemas y los incluyó en una ampliación de la suite, hasta una treintena de composiciones, para un nuevo libro de poesía de la editorial Polígrafa. La suite original se puede leer, tal cual, en las Obras Completas de Espriu. El artista Rosselló se ha basado en la lectura del libro de la Polígrafa, que también es el que he tomado como base de las especulaciones.
No obstante, el nuevo trabajo no podía dejar de lado la pintura que el mismo Rosselló me había explicado que había regalado. Así que lo he preguntado a diferentes entidades de Arenys de Mar, pero nadie sabe nada. Finalmente, ayer domingo, obligué a unos amigos con los que teníamos que ir a Vidrà, a cambiar la ruta por una visita a Arenys de Mar. El cambio no supuso muchos ruegos –con todos los respetos por los bosques de Vidrà–, y muy temprano por la mañana nos paseamos por el cementerio, en busca de una pintura que evidentemente no esperábamos encontrar colgada al aire libre: hemos mirado por la ventanilla de la capilla, por los cristales del tanatorio, lo he preguntado al conserje si tenía alguna pintura en el despacho, pero no. A quien también hemos encontrado ha sido a un abogado, hijo de San Andreu de Llavaneres, con raíces en Osona, aranyense de adopción y enamorado de aquella tierra. Experto y estudioso de la historia del pueblo y de los habitantes del cementerio nos hizo una pequeña visita guiada. Ni él, ni su compañero sabían nada de ninguna pintura dedicada a Espriu, que estuviera por allí. Lo que sí nos enseñó fue el nicho del poeta, muy discreto y en un rincón. Si no hubiera sido por un antiguo rector de la villa marinera, la placa mortuoria ni siquiera tendría inscripción.
El abogado, que se llama Ramon, nos enseñó cuatro panteones de los prohombres de la villa y nos explicó un poco quiénes eran. Todos indianos. Lo que más me ha interesado saber, sin embargo, es que en el sustrato literario de Espriu, sobre el cementerio de su Sinera, hay otras aportaciones literarias que también describen el espacio de enterramientos. Y los personajes literarios que pueblan las páginas de los libros de Espriu formarían parte del grupo de muertos enterrados en el primer nivel del cementerio, el más bajo y dedicado a los difuntos más humildes. Arriba del todo, en el tercer nivel, se sitúan los prohombres y también los grandes sepulcros y las esculturas de Josep Llimona.
Acabada la explicación, nuestro grupo de osonenses salimos del cementerio, le dimos la vuelta y fuimos a buscar un rial, un sendero paralelo a un arroyo, que seguía un itinerario alrededor de Arenys de Mar. Una vuelta arqueada, desde el cementerio, hacia la autopista, cruzando la carretera de Arenys de Munt y volviendo a bajar por otro rial, hasta la playa. Quizás lo más bonito del recorrido fueron las casonas, seguramente de antiguos indianos, de estilo eclecticista y sobre todo el mar, con la playa, el puerto, la lonja y las barcas. Uno de los compañeros nos indicó que Arenys había sido un importante lugar de construcción de naves. Caminando, fuimos hasta un búnker que hay en el extremo sur de la villa, siguiendo la playa. Un café y para casa.
Por lo tanto, a la hora de escribir estas líneas, el único documento visible que tengo de Rosselló, que lo relaciona con Espriu son los siete dibujos o pinturas, que de hecho, ahora ya están en la biblioteca La Cooperativa de Centelles, donde se pueden contemplar junto con un ejemplar del libro de “Semana Santa”. Se pueden ver en horario de la biblioteca, en el primer piso.
Pasos dolorosos
Podríamos decir que Espriu toma cuatro elementos definitorios de la Semana Santa y los utiliza de pretexto para vestir una serie de poemas sobre preocupaciones humanas, mundanas y que forman parte de los leimotivs del poeta. Habla de un mundo sin leyes, de crimen, de la «arraigada sequedad» del mundo, de un viento que da miedo. Un verso interesante: “vivir tiene tan solo valor si preguntamos ante el azote justiciero de la única palabra” (poema V). Voy aprendiendo que Espriu crea un lenguaje muy abstracto, y por lo tanto, según cómo, abierto a la interpretación libre. Como una pintura abstracta. A medida que avanza la suite van entrando elementos definitorios de la Semana Santa, y sobre todo los detalles más importantes. Aparecen los cirios y los encapuchados de las procesiones y de estas –un concepto interesante– habla como «muerte caminada». En el poema XVI se refiere al dolor y entrevemos a un Cristo: «la espalda doblada por el dolor y atravesada por hierros». Aún hacia los últimos versos aparecen unas mujeres caminando hacia un Sepulcro.
Rosselló, nuestro pintor de la antigua Tarraco, parte de estos versos que se alejan un poco del esquema tradicional de la Semana Santa y dibuja las escenas de una procesión. Como un film en diferentes secuencias: encender el cirio, las columnas de encapuchados, las heridas y el dolor que se deben soportar como una prenda. Los elementos conceptuales de los poemas de Espriu se transmutan en la atmósfera de las pinturas, donde vemos un ambiente cargado, tenebrista, de miedo –como el viento del miedo–. Según mi punto de vista, Rosselló intenta devolver a los poemas de Espriu la dimensión tarraconense, si bien la ciudad no es citada ni en los poemas, ni en los dibujos, pero sí que es el ambiente vivido y común. Rosselló conoce las procesiones de Tarragona y Espriu en el prólogo dice que había ido a ver algunas pocas, como la de Verges. Me gustan los prólogos de Espriu porque explica cosas y encuentro que se divierte haciéndolos y esto se comunica.
Los siete dibujos de Rosselló los recibí muy bien envueltos y protegidos en casa. Como el contenido del sobre era nuevo y se trataba como de un descubrimiento, retraté el proceso de desenvolverlo como si abriera un sarcófago egipcio. Primero el sobre de papel kraft y después una caja muy chula, aprovechadas y con una inscripción adecuada, una cita antigua sobre arte. El contenido final son los siete dibujos de Rosselló, hechos con pintura, tratada a veces como acuarela, a veces con un sentido más opaco. A Rosselló le gustan mucho los colores. Pero mi recuerdo de siete años atrás era que el artista tarraconense tenía un estilo de raíz más clasicista. Pero no quiero decir carca, sino que hacía unas figuras de aire latino, con raíces etnográficas en los pueblos del Mediterráneo. Y también de colores era muy alegre. En cambio, en los dibujos que he recibido encontramos un Rosselló más oscuro, que rehúye la descripción, incluso la narración, y busca más dar una impresión. Visto en conjunto encuentro que es una serie bonita. Los azules aún son marítimos y el color sigue siendo importante, pero quizás el artista ha madurado y busca otras etapas expresivas. Haría falta una muestra retrospectiva de los últimos siete años del artista para valorarlo mejor. Sus dibujos son siete porque toma el sentido de “semana”, de siete días, para hacer su visión de la suite de Espriu. Los miedos y oscuridades de Espriu quizás conectan también con el ahora del pintor, que como muchos sufren la crisis económica y social de nuestros días. Rosselló da toques de esperanza –sus azules y sus colores son optimistas–, porque es de los que no se rinden. Como Espriu, que si bien se interesa por unos temas pesimistas y dolorosos, fue haciendo y no dejó de escribir nunca. Never give up!
Todas las citas: © Herederos de Salvador Espriu. con licencia de Ediciones 62.
ESPRIU Y LOS ARTISTAS (III)
Por los riales de la “Semana Santa”
- Presentamos hoy las siete pequeñas pinturas que ha realizado Josep Maria Rosselló a partir de los poemas de la suite “Semana Santa” de Salvador Espriu. Las obras sobre papel se exponen, por primera vez al público, en la Biblioteca La Cooperativa de Centelles.
Un día cogí el móvil y llamé a un viejo amigo de Tarragona. El artista Josep Maria Rosselló, al que conozco desde la época en que trabajaba en el periódico. Me decía la intuición que habría hecho algo dedicado a Espriu. Efectivamente, me explicó que hace muchos años hizo una pintura dedicada al poeta y que la donó al cementerio de Arenys de Mar. Pero no sabía nada de su destino hasta nuestros días. Lo que sí me dijo es que le apetecía hacer algo nuevo dedicado al poeta. Rosselló, como tarraconense, conocía la existencia de una suite de poemas de Espriu, dedicadas a la Semana Santa de la ciudad. Al cabo de dos semanas recibí en Centelles una caja muy bonita y bien envuelta con siete pinturas de pequeño formato. Así que hoy hablaremos de una colaboración nueva, hecha expresamente entre un artista y la obra de Salvador Espriu. Además, ya estamos en el tiempo adecuado.
El mismo Espriu nos explica que en los años sesenta hizo una suite de nueve poemas dedicados a la Semana Santa, para un boletín de la cofradía de San Medir de Tarragona. Al cabo de unos años el poeta volvió a coger los poemas y los incluyó en una ampliación de la suite, hasta una treintena de composiciones, para un nuevo libro de poesía de la editorial Polígrafa. La suite original se puede leer, tal cual, en las Obras Completas de Espriu. El artista Rosselló se ha basado en la lectura del libro de la Polígrafa, que también es el que he tomado como base de las especulaciones.
No obstante, el nuevo trabajo no podía dejar de lado la pintura que el mismo Rosselló me había explicado que había regalado. Así que lo he preguntado a diferentes entidades de Arenys de Mar, pero nadie sabe nada. Finalmente, ayer domingo, obligué a unos amigos con los que teníamos que ir a Vidrà, a cambiar la ruta por una visita a Arenys de Mar. El cambio no supuso muchos ruegos –con todos los respetos por los bosques de Vidrà–, y muy temprano por la mañana nos paseamos por el cementerio, en busca de una pintura que evidentemente no esperábamos encontrar colgada al aire libre: hemos mirado por la ventanilla de la capilla, por los cristales del tanatorio, lo he preguntado al conserje si tenía alguna pintura en el despacho, pero no. A quien también hemos encontrado ha sido a un abogado, hijo de San Andreu de Llavaneres, con raíces en Osona, aranyense de adopción y enamorado de aquella tierra. Experto y estudioso de la historia del pueblo y de los habitantes del cementerio nos hizo una pequeña visita guiada. Ni él, ni su compañero sabían nada de ninguna pintura dedicada a Espriu, que estuviera por allí. Lo que sí nos enseñó fue el nicho del poeta, muy discreto y en un rincón. Si no hubiera sido por un antiguo rector de la villa marinera, la placa mortuoria ni siquiera tendría inscripción.
El abogado, que se llama Ramon, nos enseñó cuatro panteones de los prohombres de la villa y nos explicó un poco quiénes eran. Todos indianos. Lo que más me ha interesado saber, sin embargo, es que en el sustrato literario de Espriu, sobre el cementerio de su Sinera, hay otras aportaciones literarias que también describen el espacio de enterramientos. Y los personajes literarios que pueblan las páginas de los libros de Espriu formarían parte del grupo de muertos enterrados en el primer nivel del cementerio, el más bajo y dedicado a los difuntos más humildes. Arriba del todo, en el tercer nivel, se sitúan los prohombres y también los grandes sepulcros y las esculturas de Josep Llimona.
Acabada la explicación, nuestro grupo de osonenses salimos del cementerio, le dimos la vuelta y fuimos a buscar un rial, un sendero paralelo a un arroyo, que seguía un itinerario alrededor de Arenys de Mar. Una vuelta arqueada, desde el cementerio, hacia la autopista, cruzando la carretera de Arenys de Munt y volviendo a bajar por otro rial, hasta la playa. Quizás lo más bonito del recorrido fueron las casonas, seguramente de antiguos indianos, de estilo eclecticista y sobre todo el mar, con la playa, el puerto, la lonja y las barcas. Uno de los compañeros nos indicó que Arenys había sido un importante lugar de construcción de naves. Caminando, fuimos hasta un búnker que hay en el extremo sur de la villa, siguiendo la playa. Un café y para casa.
Por lo tanto, a la hora de escribir estas líneas, el único documento visible que tengo de Rosselló, que lo relaciona con Espriu son los siete dibujos o pinturas, que de hecho, ahora ya están en la biblioteca La Cooperativa de Centelles, donde se pueden contemplar junto con un ejemplar del libro de “Semana Santa”. Se pueden ver en horario de la biblioteca, en el primer piso.
Pasos dolorosos
Podríamos decir que Espriu toma cuatro elementos definitorios de la Semana Santa y los utiliza de pretexto para vestir una serie de poemas sobre preocupaciones humanas, mundanas y que forman parte de los leimotivs del poeta. Habla de un mundo sin leyes, de crimen, de la «arraigada sequedad» del mundo, de un viento que da miedo. Un verso interesante: “vivir tiene tan solo valor si preguntamos ante el azote justiciero de la única palabra” (poema V). Voy aprendiendo que Espriu crea un lenguaje muy abstracto, y por lo tanto, según cómo, abierto a la interpretación libre. Como una pintura abstracta. A medida que avanza la suite van entrando elementos definitorios de la Semana Santa, y sobre todo los detalles más importantes. Aparecen los cirios y los encapuchados de las procesiones y de estas –un concepto interesante– habla como «muerte caminada». En el poema XVI se refiere al dolor y entrevemos a un Cristo: «la espalda doblada por el dolor y atravesada por hierros». Aún hacia los últimos versos aparecen unas mujeres caminando hacia un Sepulcro.
Rosselló, nuestro pintor de la antigua Tarraco, parte de estos versos que se alejan un poco del esquema tradicional de la Semana Santa y dibuja las escenas de una procesión. Como un film en diferentes secuencias: encender el cirio, las columnas de encapuchados, las heridas y el dolor que se deben soportar como una prenda. Los elementos conceptuales de los poemas de Espriu se transmutan en la atmósfera de las pinturas, donde vemos un ambiente cargado, tenebrista, de miedo –como el viento del miedo–. Según mi punto de vista, Rosselló intenta devolver a los poemas de Espriu la dimensión tarraconense, si bien la ciudad no es citada ni en los poemas, ni en los dibujos, pero sí que es el ambiente vivido y común. Rosselló conoce las procesiones de Tarragona y Espriu en el prólogo dice que había ido a ver algunas pocas, como la de Verges. Me gustan los prólogos de Espriu porque explica cosas y encuentro que se divierte haciéndolos y esto se comunica.
Los siete dibujos de Rosselló los recibí muy bien envueltos y protegidos en casa. Como el contenido del sobre era nuevo y se trataba como de un descubrimiento, retraté el proceso de desenvolverlo como si abriera un sarcófago egipcio. Primero el sobre de papel craft y después una caja muy chula, aprovechadas y con una inscripción adecuada, una cita antigua sobre arte. El contenido final son los siete dibujos de Rosselló, hechos con pintura, tratada a veces como acuarela, a veces con un sentido más opaco. A Rosselló le gustan mucho los colores. Pero mi recuerdo de siete años atrás era que el artista tarraconense tenía un estilo de raíz más clasicista. Pero no quiero decir carca, sino que hacía unas figuras de aire latino, con raíces etnográficas en los pueblos del Mediterráneo. Y también de colores era muy alegre. En cambio, en los dibujos que he recibido encontramos un Rosselló más oscuro, que rehúye la descripción, incluso la narración, y busca más dar una impresión. Visto en conjunto, encuentro que es una serie bonita. Los azules aún son marítimos y el color sigue siendo importante, pero quizás el artista ha madurado y busca otras etapas expresivas. Haría falta una muestra retrospectiva de los últimos siete años del artista para valorarlo mejor. Sus dibujos son siete porque toma el sentido de “semana”, de siete días, para hacer su visión de la suite de Espriu. Los miedos y oscuridades de Espriu quizás conectan también con el ahora del pintor, que como muchos sufren la crisis económica y social de nuestros días. Rosselló da toques de esperanza –sus azules y sus colores son optimistas–, porque es de los que no se rinden. Como Espriu, que si bien se interesa por unos temas pesimistas y dolorosos, fue haciendo y no dejó de escribir nunca. ¡Never give up!
Todas las citas: © Herederos de Salvador Espriu. con licencia de Edicions 62.
ESPRIU Y LOS ARTISTAS (III)
Por los riales de la “Semana Santa”
- Presentamos hoy las siete pequeñas pinturas que ha hecho Josep Maria Rosselló a partir de los poemas de la suite “Semana Santa” de Salvador Espriu. Las obras sobre papel se exponen, por primera vez al público, en la Biblioteca La Cooperativa de Centelles.
Un día cogí el móvil y llamé a un viejo amigo de Tarragona. El artista Josep Maria Rosselló, al que conozco desde el tiempo del trabajo en el periódico. Me decía el olfato que habría hecho alguna cosa dedicada a Espriu. Efectivamente, me explicó que hace muchos años hizo una pintura dedicada al poeta y que la donó al cementerio de Arenys de Mar. Pero no sabía nada de su destino hasta nuestros días. Lo que sí me dijo es que le apetecía hacer una cosa nueva dedicada al poeta. Rosselló, como tarraconense, conocía la existencia de una suite de poemas de Espriu, dedicadas a la Semana Santa de la ciudad. Al cabo de dos semanas recibía en Centelles una caja muy bonita y bien envuelta con siete pinturas de pequeño formato. Así que hoy hablaremos de una colaboración nueva, hecha expresamente entre un artista y la obra de Salvador Espriu. Además, ya estamos en el tiempo adecuado.
El mismo Espriu nos explica que en los años sesenta hizo una suite de nueve poemas dedicados a la Semana Santa, para un boletín de la cofradía de Sant Medir de Tarragona. Al cabo de unos años el poeta volvió a coger los poemas y los incluyó en una ampliación de la suite, hasta una treintena de composiciones, para un nuevo libro de poesía de la editorial Polígrafa. La suite original se puede leer, tal cual, en las Obras Completas de Espriu. El artista Rosselló se ha basado en la lectura del libro de la Polígrafa, que también es el que he tomado como base de las especulaciones.
No obstante, el nuevo trabajo no podía dejar de lado la pintura que el mismo Rosselló me había explicado que había regalado. Así que lo he pedido a diferentes entidades de Arenys de Mar, pero nadie sabe nada. Finalmente, ayer domingo, obligué a unos amigos con los que teníamos que ir a Vidrà, a cambiar la ruta por una visita a Arenys de Mar. El cambio no supuso muchos ruegos –con todos los respetos por los bosques de Vidrà–, y bien temprano por la mañana nos paseamos por el cementerio, en busca de una pintura que evidentemente no esperábamos encontrar colgada al aire libre: hemos mirado por la ventanilla de la capilla, por los cristales del tanatorio, lo he preguntado al conserje si tenía alguna pintura en el despacho, pero no. A quien también hemos encontrado ha sido a un abogado, hijo de Sant Andreu de Llavaneres, con raíces en Osona, aranyenc de adopción y enamorado de aquella tierra. Experto y estudioso de la historia del pueblo y de los habitantes del cementerio nos hizo un poco de visita guiada. Ni él, ni su compañero sabían nada de ninguna pintura dedicada a Espriu, que estuviera por allí. Lo que sí nos enseñó fue el nicho del poeta, muy discreto y en un rincón. Si no hubiera sido por un antiguo rector de la villa marinera, la placa mortuoria ni tendría inscripción.
El abogado, que se llama Ramon, nos enseñó cuatro panteones de los prohombres de la villa y nos explicó un poco quiénes eran. Todos indianos. Lo que más me ha interesado saber, sin embargo, es que en el sustrato literario de Espriu, sobre el cementerio de su Sinera, hay otras aportaciones literarias que también describen el espacio de enterramientos. Y los personajes literarios que pueblan las páginas de los libros de Espriu formarían parte del grupo de muertos enterrados en el primer nivel del cementerio, el más bajo y dedicado a los difuntos más humildes. Arriba del todo, en el tercer nivel, se sitúan los prohombres y también los grandes sepulcros y las esculturas de Josep Llimona.
Acabada la explicación, nuestro grupo de osonenses salimos del cementerio, le dimos la vuelta y fuimos a buscar un rialp, un sendero paralelo a una riera, que seguía un itinerario alrededor de Arenys de Mar. Una vuelta arqueada, desde el cementerio, hacia la autopista, cruzando la carretera de Arenys de Munt y volviendo a bajar por otro rialp, hasta la playa. Quizás lo más bonito del recorrido fueron las casazas, seguramente de antiguos indianos, de estilo eclecticista y sobre todo el mar, con la playa, el puerto, la lonja y las barcas. Uno de los compañeros nos indicó que Arenys había sido un importante lugar de construcción de naves. Caminando, fuimos hasta un búnker que hay en el extremo sur de la villa, siguiendo la playa. Un café y para casa.
Por lo tanto, a la hora de escribir estas líneas, el único documento visible que tengo de Rosselló, que lo relaciona con Espriu son los siete dibujos o pinturas, que de hecho, ahora ya están en la biblioteca La Cooperativa de Centelles, donde se pueden contemplar junto con un ejemplar del libro de “Semana Santa”. Se pueden ver en horario de la biblioteca, en el primer piso.
Pasos dolorosos
Espriu podríamos decir que coge cuatro elementos definidores de la Semana Santa y los utiliza de pretexto para vestir una serie de poemas sobre preocupaciones humanas, mundanas y que forman parte de los leimotivs del poeta. Habla de un mundo sin leyes, de crimen, de la «arraigada saquedad» del mundo, de un viento que da miedo. Un verso interesante: “vivir tiene tan solo valor si preguntamos ante el azote justiciero de la única palabra” (poema V). Voy aprendiendo que Espriu crea un lenguaje muy abstracto, y por lo tanto, según como abierto a la interpretación libre. Como una pintura abstracta. A medida que avanza la suite van entrando elementos definidores de la Semana Santa, y sobre todo los detalles más importantes. Aparecen los cirios y los encapuchados de las procesiones y de estas –un concepto interesante– habla como «muerte caminada». En el poema XVI se refiere al dolor y entrevemos a un Cristo: «la espalda doblada por el dolor y atravesada por hierros». Aún hacia los últimos versos aparecen unas mujeres caminando hacia un Sepulcro.
Rosselló, nuestro pintor de la antigua Tarraco, parte de estos versos que se alejan un poco del esquema tradicional de la Semana Santa y dibuja las escenas de una procesión. Como un film en diferentes secuencias: encender el cirio, las columnas de encapuchados, las heridas y el dolor que se deben soportar como una prenda. Los elementos conceptuales de los poemas de Espriu se transmutan en la atmósfera de las pinturas, donde vemos un ambiente cargado, tenebrista, de miedo –como el viento del miedo–. Según mi punto de vista, Rosselló intenta devolver a los poemas de Espriu la dimensión tarraconense, si bien la ciudad no es citada ni en los poemas, ni en los dibujos, pero sí que es el ambiente vivido y común. Rosselló conoce las procesiones de Tarragona y Espriu en el prólogo dice que había ido a ver algunas pocas, como la de Verges. Me gustan los prólogos de Espriu porque explica cosas y encuentro que se divierte haciéndolos y esto se comunica.
Los siete dibujos de Rosselló los recibí muy bien envueltos y protegidos en casa. Como el contenido del sobre era nuevo y se trataba como de un descubrimiento, retraté el proceso de desenvolverlo como si abriera un sarcófago egipcio. Primero el sobre de papel craft y después una caja muy chula, aprovechadas y con una inscripción adecuada, una cita antigua sobre arte. El contenido final son los siete dibujos de Rosselló, hechos con pintura, tratada a veces como acuarela, a veces con un sentido más opaco. A Rosselló le gustan mucho los colores. Pero mi recuerdo de siete años atrás era que el artista tarraconense tenía un estilo de raíz más clasicista. Pero no quiero decir carca, sino que hacía unas figuras de aire latino, con raíces etnográficas en los pueblos del Mediterráneo. Y también de colores era muy alegre. En cambio, en los dibujos que he recibido encontramos un Rosselló más oscuro, que rehúye la descripción, incluso la narración, y busca más dar una impresión. Visto en conjunto, encuentro que es una serie bonita. Los azules aún son marítimos y el color sigue siendo importante, pero quizás el artista ha madurado y busca otras etapas expresivas. Haría falta una muestra retrospectiva de los últimos siete años del artista para valorarlo mejor. Sus dibujos son siete porque toma el sentido de “semana”, de siete días, para hacer su visión de la suite de Espriu. Los miedos y oscuridades de Espriu quizás conectan también con el ahora del pintor, que como muchos sufren la crisis económica y social de nuestros días. Rosselló da toques de esperanza –sus azules y sus colores son optimistas–, porque es de los que no se rinden. Como Espriu, que si bien se interesa por unos temas pesimistas y dolorosos, fue haciendo y no dejó de escribir nunca. ¡Never give up!
Todas las citas: © Herederos de Salvador Espriu. con licencia de Edicions 62.
ESPRIU Y LOS ARTISTAS (III)
Por los riales de la “Semana Santa”
- Presentamos hoy las siete pequeñas pinturas que ha hecho Josep Maria Rosselló a partir de los poemas de la suite “Semana Santa” de Salvador Espriu. Las obras sobre papel se exponen, por primera vez al público, en la Biblioteca La Cooperativa de Centelles.
Un día cogí el móvil y llamé a un viejo amigo de Tarragona. El artista Josep Maria Rosselló, al que conozco desde el tiempo del trabajo en el periódico. Me decía el olfato que habría hecho alguna cosa dedicada a Espriu. Efectivamente, me explicó que hace muchos años hizo una pintura dedicada al poeta y que la donó al cementerio de Arenys de Mar. Pero no sabía nada de su destino hasta nuestros días. Lo que sí me dijo es que le apetecía hacer una cosa nueva dedicada al poeta. Rosselló, como tarraconense, conocía la existencia de una suite de poemas de Espriu, dedicadas a la Semana Santa de la ciudad. Al cabo de dos semanas recibía en Centelles una caja muy bonita y bien envuelta con siete pinturas de pequeño formato. Así que hoy hablaremos de una colaboración nueva, hecha expresamente entre un artista y la obra de Salvador Espriu. Además, ya estamos en el tiempo adecuado.
El mismo Espriu nos explica que en los años sesenta hizo una suite de nueve poemas dedicados a la Semana Santa, para un boletín de la cofradía de Sant Medir de Tarragona. Al cabo de unos años el poeta volvió a coger los poemas y los incluyó en una ampliación de la suite, hasta una treintena de composiciones, para un nuevo libro de poesía de la editorial Polígrafa. La suite original se puede leer, tal cual, en las Obras Completas de Espriu. El artista Rosselló se ha basado en la lectura del libro de la Polígrafa, que también es el que he tomado como base de las especulaciones.
No obstante, el nuevo trabajo no podía dejar de lado la pintura que el mismo Rosselló me había explicado que había regalado. Así que lo he pedido a diferentes entidades de Arenys de Mar, pero nadie sabe nada. Finalmente, ayer domingo, obligué a unos amigos con los que teníamos que ir a Vidrà, a cambiar la ruta por una visita a Arenys de Mar. El cambio no supuso muchos ruegos –con todos los respetos por los bosques de Vidrà–, y bien temprano por la mañana nos paseamos por el cementerio, en busca de una pintura que evidentemente no esperábamos encontrar colgada al aire libre: hemos mirado por la ventanilla de la capilla, por los cristales del tanatorio, lo he preguntado al conserje si tenía alguna pintura en el despacho, pero no. A quien también hemos encontrado ha sido a un abogado, hijo de Sant Andreu de Llavaneres, con raíces en Osona, aranyenc de adopción y enamorado de aquella tierra. Experto y estudioso de la historia del pueblo y de los habitantes del cementerio nos hizo un poco de visita guiada. Ni él, ni su compañero sabían nada de ninguna pintura dedicada a Espriu, que estuviera por allí. Lo que sí nos enseñó fue el nicho del poeta, muy discreto y en un rincón. Si no hubiera sido por un antiguo rector de la villa marinera, la placa mortuoria ni tendría inscripción.
El abogado, que se llama Ramon, nos enseñó cuatro panteones de los prohombres de la villa y nos explicó un poco quiénes eran. Todos indianos. Lo que más me ha interesado saber, sin embargo, es que en el sustrato literario de Espriu, sobre el cementerio de su Sinera, hay otras aportaciones literarias que también describen el espacio de enterramientos. Y los personajes literarios que pueblan las páginas de los libros de Espriu formarían parte del grupo de muertos enterrados en el primer nivel del cementerio, el más bajo y dedicado a los difuntos más humildes. Arriba del todo, en el tercer nivel, se sitúan los prohombres y también los grandes sepulcros y las esculturas de Josep Llimona.
Acabada la explicación, nuestro grupo de osonenses salimos del cementerio, le dimos la vuelta y fuimos a buscar un rialp, un sendero paralelo a una riera, que seguía un itinerario alrededor de Arenys de Mar. Una vuelta arqueada, desde el cementerio, hacia la autopista, cruzando la carretera de Arenys de Munt y volviendo a bajar por otro rialp, hasta la playa. Quizás lo más bonito del recorrido fueron las casazas, seguramente de antiguos indianos, de estilo eclecticista y sobre todo el mar, con la playa, el puerto, la lonja y las barcas. Uno de los compañeros nos indicó que Arenys había sido un importante lugar de construcción de naves. Caminando, fuimos hasta un búnker que hay en el extremo sur de la villa, siguiendo la playa. Un café y para casa.
Por lo tanto, a la hora de escribir estas líneas, el único documento visible que tengo de Rosselló, que lo relaciona con Espriu son los siete dibujos o pinturas, que de hecho, ahora ya están en la biblioteca La Cooperativa de Centelles, donde se pueden contemplar junto con un ejemplar del libro de “Semana Santa”. Se pueden ver en horario de la biblioteca, en el primer piso.
Pasos dolorosos
Espriu podríamos decir que coge cuatro elementos definidores de la Semana Santa y los utiliza de pretexto para vestir una serie de poemas sobre preocupaciones humanas, mundanas y que forman parte de los leimotivs del poeta. Habla de un mundo sin leyes, de crimen, de la «arraigada saquedad» del mundo, de un viento que da miedo. Un verso interesante: “vivir tiene tan solo valor si preguntamos ante el azote justiciero de la única palabra” (poema V). Voy aprendiendo que Espriu crea un lenguaje muy abstracto, y por lo tanto, según como abierto a la interpretación libre. Como una pintura abstracta. A medida que avanza la suite van entrando elementos definidores de la Semana Santa, y sobre todo los detalles más importantes. Aparecen los cirios y los encapuchados de las procesiones y de estas –un concepto interesante– habla como «muerte caminada». En el poema XVI se refiere al dolor y entrevemos a un Cristo: «la espalda doblada por el dolor y atravesada por hierros». Aún hacia los últimos versos aparecen unas mujeres caminando hacia un Sepulcro.
Rosselló, nuestro pintor de la antigua Tarraco, parte de estos versos que se alejan un poco del esquema tradicional de la Semana Santa y dibuja las escenas de una procesión. Como un film en diferentes secuencias: encender el cirio, las columnas de encapuchados, las heridas y el dolor que se deben soportar como una prenda. Los elementos conceptuales de los poemas de Espriu se transmutan en la atmósfera de las pinturas, donde vemos un ambiente cargado, tenebrista, de miedo –como el viento del miedo–. Según mi punto de vista, Rosselló intenta devolver a los poemas de Espriu la dimensión tarraconense, si bien la ciudad no es citada ni en los poemas, ni en los dibujos, pero sí que es el ambiente vivido y común. Rosselló conoce las procesiones de Tarragona y Espriu en el prólogo dice que había ido a ver algunas pocas, como la de Verges. Me gustan los prólogos de Espriu porque explica cosas y encuentro que se divierte haciéndolos y esto se comunica.
Los siete dibujos de Rosselló los recibí muy bien envueltos y protegidos en casa. Como el contenido del sobre era nuevo y se trataba como de un descubrimiento, retraté el proceso de desembalarlo como si abriera un sarcófago egipcio. Primero el sobre de papel kraft y después una caja muy chula, aprovechadas y con una inscripción adecuada, una cita antigua sobre arte. El contenido final son los siete dibujos de Rosselló, hechos con pintura, tratada a veces como acuarela, a veces con un sentido más opaco. A Rosselló le gustan mucho los colores. Pero mi recuerdo de siete años atrás era que el artista tarraconense tenía un estilo de raíz más clasicista. Pero no quiero decir carca, sino que hacía unas figuras de aire latino, con raíces etnográficas en los pueblos del Mediterráneo. Y también de colores era muy alegre. En cambio, en los dibujos que he recibido encontramos un Rosselló más oscuro, que rehúye la descripción, incluso la narración, y busca más dar una impresión. Visto en conjunto, encuentro que es una serie bonita. Los azules todavía son marítimos y el color sigue siendo importante, pero quizás el artista ha madurado y busca otras etapas expresivas. Haría falta una muestra retrospectiva de los últimos siete años del artista para valorarlo mejor. Sus dibujos son siete porque toma el sentido de “semana”, de siete días, para hacer su visión de la suite de Espriu. Los miedos y oscuridades de Espriu quizás conectan también con el ahora del pintor, que como muchos sufren la crisis económica y social de nuestros días. Rosselló da toques de esperanza –sus azules y sus colores son optimistas–, porque es de los que no se rinden. Como Espriu, que si bien se interesa por unos temas pesimistas y dolorosos, fue haciendo y no dejó de escribir nunca. ¡Never give up!
Todas las citas: © Herederos de Salvador Espriu. con licencia de Edicions 62.